lunes, 25 de agosto de 2008

Pasará



Siempre he sido una auténtica fan de las historias de amor con grandes dificultades.
Me di cuenta cuando tenía unos 13 años y una tarde en el corte inglés con mis padres, pasé por la parte de libros juveniles y me fijé en uno en el que los bordes de las hojas eran rosas, toda una relevación para mí. ¿Habría algo que pudiese captar más mi atención que un libro de hojas rosas? era imposible no comprarlo. Y más cuando vi el título, "Cómo escribir una novela rosa", aquello si que me dio unas inmensas ganas de comprarlo, ya que de aquella, y tras pasar por diversos periodos de "lo que quiero ser de mayor" (si, yo con 13 años era así), me había prometido a mi misma escribir una novela.
Si si, como suena, yo de adolescente quería ser la reina de los libros de historias de amor. Lo que no sabía es que nunca llegaría a escribir ni una sola línea en el trayecto de lectura de aquel libro juvenil.
La historia era simple, una adolescente que se proponía a escribir una novela rosa contando su verdadera historia rosa. Lo que añadía notas de humor al relato, cuando en medio de uno de esos momentos de "oh dios, quiero que eso me pase a mí", aparecía una anotación sobre cómo el Manual Oficial de novelas rosas exige describirlo. Y lo más importante de todo, saber que lo que se contaba allí, ¡le había ocurrido de verdad!
Aún recuerdo como tras terminar el libro, inmediatamente después, volví a abrirlo por el capitulo 1 y lo releí de nuevo, pasando las hojas en las que ocurrían cosas que no me gustaban, claro.
Era adolescente, no tonta.
Y así poder releer una y otra vez como finalmente el mejor amigo de su hermano, mayor que ella, y su amor platónico desde niña, se enamoraba de ella.
Creo que fue justo ese libro el que marcó un antes y un después. El que hizo que me enganchara a toda aquella serie que empezaba con una historia de amor empalagosa que no terminaba de "pasar".

Fueron muchas las que me tragué de principio a fin, como si me fuese la vida en ello y haciendo así que empezaran mis problemas para dormir por la noche. Tanto soñar, al final pasa factura.

Compañeros, esa gran historia de amor entre Quimi y Valle, porque yo sólo la veía por esos dos, aquellos momentos en los que se interponían Isabel, Míriam..... ¡como las odiaba a todas! y entonces salió la película. El primer puñal. La primera vez que me quitaron vil y cruelmente la ilusión. Nunca olvidaré la escena de Valle jugueteando con su nariz, ¡con lo que ella había sido!
Pero no sería la única, ya que Sensación de vivir me revolvió el estómago cuando no contentos con liar al personaje de Luke Perry con la barbie de Kelly, mejor amiga de la super prota y por tanto, mi súper ídola, Brenda, tiempo después Brenda dejó de salir en la serie. Fantástico. No sólo no hay final feliz, ni perdices ni boda, sino que además, mi heroína particular, me abandona.

¿Y qué decir de Ally Mcbeal? toda una primera temporada sufriendo por ese amor de infancia, esas paranoyas de bebés que danzan, de tipos extraños y fantasías varias, para que Bill se quede con su mujer y después abandone la serie y junten a Ally con mil millones de tios distintos, entre ellos Bon Jovi, que jamás llegarán a crear la gran historia de amor como lo hizo con Bill.

Y podría recorrer todas y cada una de las series que me han marcado, por su pasteloso argumento, hasta llegar a Perdidos, serie en la que es secundario el amor pero yo insisto en hacerlo principal. O el culebrón americano de Anatomía de Grey, donde turnan temporada sí-temporada no entre Derek y Meredith.

Pero no lo voy a hacer. Porque mi propósito es reírme de mi misma y de la adolescente que nunca llegó a escribir una novela, porque años después y con parón de series incluido, me he gastado una considerable suma de dinero en comprar unas réplicas de la serie Felicity, mientras me la descargo de alguna de las mil millones de páginas en las que la he buscado, para suavizar la espera a que me llegue a casa.

¿Acaso no es humano caer en la tentación, cuando te presentan el capitulo piloto de una chica normalita, de esas que no son la guapa de la clase, que lo deja todo por irse tras el amor platónico de su vida, con el cual no ha cruzado ni dos palabras, convencida de que algún día "pasará"?


Doy gracias por los grandes momentos que he pasado con las series de televisión.

Lo que nos cuesta creer en las cosas, y con una serie, todo parece ser posible.


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