domingo, 28 de marzo de 2010

Qué difícil

Qué difícil es intentar entender que cosas vividas nunca más serán, que sin una razón coherente alguien se va, sin más, y con ella tus miedos, tus confidencias, y parte de tu soporte.
Qué difícil asumir que ya no hay con quien derrumbarse, que ahora toca hacerlo sola sin nadie que te intente levantar. Qué difícil.

Qué difícil es intentar seguir, sabiendo que ya no vas a poder gritar con alguien las ganas de cambiar el mundo, de hacer desaparecer a los demás, o de perderte sin más.
Qué difícil ver como las ilusiones y las esperanzas se van, y se llevan todo lo demás. Hoy todo, mañana quien sabe. Qué difícil.

No sé dónde estás, si oyes, si ves, si sientes... no lo sé, pero como dice una gran película "existimos porque alguien piensa en nosotros", pues bien, si es así, créeme, estás más viva que nunca.

Te echo de menos y me haces mucha mucha mucha falta pequeña.
Estés donde estés, espero que estés feliz y tranquila, y que sigas siendo siempre mi ángel protector, espero que donde sea y cuando sea, nos volvamos a ver. DEP.
DEP.

jueves, 5 de febrero de 2009

Dependencia de la tristeza

No sé si es común, si es normal, si pasa sin más y luego se va... pero a veces tengo la sensación de necesitar la tristeza, como si fuera una parte de mí que ya no noto y necesito que esté ahí para ser completa.
Es curioso que nos pasemos la vida buscando la felicidad, queriendo ser felices, algo que sabemos que nunca ocurrirá, ya que en el mejor de los casos, en circunstancias puntuales lo serás, pero cuando ocurre estás tan feliz siéndolo, que no puedes pararte a decir: "ey! que estoy siendo feliz!". Supongo que la felicidad no admite gerundios.
Y sin embargo, no pueda evitar en otros momentos sentirte triste, como si el drama fuera algo necesario, como si sufrir fuera algo que duele pero se necesita, como que te hace sentirte muerta y a la vez viva....
Esto me recuerda a cuando estudié en 1º de carrera la teoría de W. James, que proponía que no llorábamos por esar tristes, sino todo lo contrario, estamos tristes porque lloramos.
¿Será que somos felices porque hemos estado tristes?
Al margen de esto, siempre he creido en el derecho de todo ser humano a sentirse solo, triste, a pasarse horas sumido en su tristeza y su agonía, en sus desdichas, ¿habrá algo más "nuestro" que el poder sentirnos mal cuando lo necesitemos? es un derecho, una libertad.

lunes, 3 de noviembre de 2008

domingo, 28 de septiembre de 2008



"Para qué vas a salir a comer hamburguesas, teniendo un solomillo en casa"

Guapisimo, gran actor, hombre de principios y defensor de la fidelidad, ¿qué más se le podía pedir?
Por cierto, acabo de descubrir que nacimos el mismo día, aunqnue de diferente año, claro.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Internet


Siempre he odiado a todos aquellos escépticos que no ven más allá de lo que tienen delante, que se permiten el lujo de criticar algo sólo porque no lo han vivido. Me explico, odio cuando la gente ridiculiza los amores de internet, las amistades que surgen por este medio, etc.
Y lo odio porque he tenido la gandisima suerte de haber vivido experiencias maravillosas en y por internet.
He conocido a personas 10 que hoy son una parte muy importante de mi vida, personas que no son amigas de internet, de una afición común, son amigas que están ahi siempre que las necesito, que me llaman para desahogarse en un momento malo, y esperan mi llamada por si necesito yo hacerlo.
Personas que conocí de casualidad, por el destino creo yo, por algo en común, y que nos ha llevado a conocernos muy bien y querernos muchisimo. Personas que se que me acompañarán siempre en el camino, pese a las circunstancias, los km de distancia....

Y esas experiencias han sido tan bonitas!! tan tan bonitas, que no encuentro la palabra exacta que las describa. Y que creo que todo el mundo debería vivir, porque merece la pena de verdad.

Por eso no entiendo, quizás porque soy una soñadora nata, porque conservo bien mi inocencia en los momentos clave (lo que lleva a algún tropezón momentaneo, pero nada grave) o porque tengo verdadera ilusión y esperanza, como alguien puede ver algo malo y negativo en una bonita y sana amistad o en una bonita y sana historia de amor, que nazca en un medio cualquiera, propio de nuestros días.

¿Somos muy cínicos o es que la desconfianza nos invade?

lunes, 25 de agosto de 2008

Pasará



Siempre he sido una auténtica fan de las historias de amor con grandes dificultades.
Me di cuenta cuando tenía unos 13 años y una tarde en el corte inglés con mis padres, pasé por la parte de libros juveniles y me fijé en uno en el que los bordes de las hojas eran rosas, toda una relevación para mí. ¿Habría algo que pudiese captar más mi atención que un libro de hojas rosas? era imposible no comprarlo. Y más cuando vi el título, "Cómo escribir una novela rosa", aquello si que me dio unas inmensas ganas de comprarlo, ya que de aquella, y tras pasar por diversos periodos de "lo que quiero ser de mayor" (si, yo con 13 años era así), me había prometido a mi misma escribir una novela.
Si si, como suena, yo de adolescente quería ser la reina de los libros de historias de amor. Lo que no sabía es que nunca llegaría a escribir ni una sola línea en el trayecto de lectura de aquel libro juvenil.
La historia era simple, una adolescente que se proponía a escribir una novela rosa contando su verdadera historia rosa. Lo que añadía notas de humor al relato, cuando en medio de uno de esos momentos de "oh dios, quiero que eso me pase a mí", aparecía una anotación sobre cómo el Manual Oficial de novelas rosas exige describirlo. Y lo más importante de todo, saber que lo que se contaba allí, ¡le había ocurrido de verdad!
Aún recuerdo como tras terminar el libro, inmediatamente después, volví a abrirlo por el capitulo 1 y lo releí de nuevo, pasando las hojas en las que ocurrían cosas que no me gustaban, claro.
Era adolescente, no tonta.
Y así poder releer una y otra vez como finalmente el mejor amigo de su hermano, mayor que ella, y su amor platónico desde niña, se enamoraba de ella.
Creo que fue justo ese libro el que marcó un antes y un después. El que hizo que me enganchara a toda aquella serie que empezaba con una historia de amor empalagosa que no terminaba de "pasar".

Fueron muchas las que me tragué de principio a fin, como si me fuese la vida en ello y haciendo así que empezaran mis problemas para dormir por la noche. Tanto soñar, al final pasa factura.

Compañeros, esa gran historia de amor entre Quimi y Valle, porque yo sólo la veía por esos dos, aquellos momentos en los que se interponían Isabel, Míriam..... ¡como las odiaba a todas! y entonces salió la película. El primer puñal. La primera vez que me quitaron vil y cruelmente la ilusión. Nunca olvidaré la escena de Valle jugueteando con su nariz, ¡con lo que ella había sido!
Pero no sería la única, ya que Sensación de vivir me revolvió el estómago cuando no contentos con liar al personaje de Luke Perry con la barbie de Kelly, mejor amiga de la super prota y por tanto, mi súper ídola, Brenda, tiempo después Brenda dejó de salir en la serie. Fantástico. No sólo no hay final feliz, ni perdices ni boda, sino que además, mi heroína particular, me abandona.

¿Y qué decir de Ally Mcbeal? toda una primera temporada sufriendo por ese amor de infancia, esas paranoyas de bebés que danzan, de tipos extraños y fantasías varias, para que Bill se quede con su mujer y después abandone la serie y junten a Ally con mil millones de tios distintos, entre ellos Bon Jovi, que jamás llegarán a crear la gran historia de amor como lo hizo con Bill.

Y podría recorrer todas y cada una de las series que me han marcado, por su pasteloso argumento, hasta llegar a Perdidos, serie en la que es secundario el amor pero yo insisto en hacerlo principal. O el culebrón americano de Anatomía de Grey, donde turnan temporada sí-temporada no entre Derek y Meredith.

Pero no lo voy a hacer. Porque mi propósito es reírme de mi misma y de la adolescente que nunca llegó a escribir una novela, porque años después y con parón de series incluido, me he gastado una considerable suma de dinero en comprar unas réplicas de la serie Felicity, mientras me la descargo de alguna de las mil millones de páginas en las que la he buscado, para suavizar la espera a que me llegue a casa.

¿Acaso no es humano caer en la tentación, cuando te presentan el capitulo piloto de una chica normalita, de esas que no son la guapa de la clase, que lo deja todo por irse tras el amor platónico de su vida, con el cual no ha cruzado ni dos palabras, convencida de que algún día "pasará"?


Doy gracias por los grandes momentos que he pasado con las series de televisión.

Lo que nos cuesta creer en las cosas, y con una serie, todo parece ser posible.